Oficio Propio Carmelita - 23 de Abril
BEATA TERESA MARÍA DE LA CRUZ, MANETTI,
Virgen de Nuestra Orden.
Nació en Campi Bisenzio (Florencia) el 2 de marzo de 1846 y entrego su alma a Dios el 23 de abril de 1910, después de haber fundado la Congregación de las Carmelitas de Santa Teresa de Florencia en 1874 y de haber enviado a algunas de esas sus hijas al Líbano y a Tierra Santa. Vivió el misterio de la cruz en el cuerpo y en el espíritu, sin perder la alegría, fruto de su plena conformidad con la voluntad de Dios. Sobresalió por su fervor eucarístico y por su ternura maternal para con los pequeños y los humildes.
Del común de vírgenes o de santas: para los religiosos.
De las Obras de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
(Moradas VII, 4,4.9.5; Común 26,7; Moradas II,1, 11: B.A.C. 212 (1967) 447-448; 275;375)
Poned los ojos en el crucificado y haraseos todo poco
No nos puede su Majestad hacernos mayor (regalo), que es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado; y así tengo por cierto que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza para poderle imitar en el mucho padecer.
Poned los ojos en el Crucificado, y haraseos todo poco. Si su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos, ¿Cómo queréis contentarle con solo palabras? ¿Sabéis que es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien -señalados con el hierro, que es la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad- los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como el lo fue, que no les hace ningún agravio ni pequeña merced.
Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo, nuestro Señor, fueron los de mayores trabajos. Miremos lo que paso su gloriosa madre y los gloriosos apóstoles.
Tomad aquella cruz, no se os de nada de que os atropellen, porque el no vaya con tanto trabajo; no hagáis caso de lo que os dijeren, tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis; mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos padecéis; por grandes que los queráis pintar y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos porque veréis son cosa de burla comparados con los del Señor.
Si nunca miramos ni consideramos lo que debemos y la muerte que paso por nosotros, no se como le podemos conocer ni hacer obras en su servicio. Porque la fe sin ellas y sin ir llegadas al valor de los merecimientos de Jesucristo, Bien nuestro, ¿Qué valor pueden tener, ni quien nos despertara a amar a este Señor?
RESPONSORIO Col, 1, 24; Ga 2, 19b-20 A
R. Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, *Sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Aleluya.
V. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. *Sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Aleluya.
OREMOS
Oh Dios, que sostuviste en el camino de la cruz a la Beata Teresa María Manetti, virgen, gracias a su ardiente amor a la Eucaristía, y la colmaste de ternura maternal para con los humildes y los pobres; concédenos, por su intercesión, que, fortalecidos con el pan de los ángeles, nos alegremos de participar en la pasión de Cristo, y colaboremos, con obras de caridad, en la venida de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Virgen de Nuestra Orden.
Nació en Campi Bisenzio (Florencia) el 2 de marzo de 1846 y entrego su alma a Dios el 23 de abril de 1910, después de haber fundado la Congregación de las Carmelitas de Santa Teresa de Florencia en 1874 y de haber enviado a algunas de esas sus hijas al Líbano y a Tierra Santa. Vivió el misterio de la cruz en el cuerpo y en el espíritu, sin perder la alegría, fruto de su plena conformidad con la voluntad de Dios. Sobresalió por su fervor eucarístico y por su ternura maternal para con los pequeños y los humildes.
Del común de vírgenes o de santas: para los religiosos.
OFICIO DE LECTURA
SEGUNDA LECTURA
De las Obras de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
(Moradas VII, 4,4.9.5; Común 26,7; Moradas II,1, 11: B.A.C. 212 (1967) 447-448; 275;375)
Poned los ojos en el crucificado y haraseos todo poco
No nos puede su Majestad hacernos mayor (regalo), que es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado; y así tengo por cierto que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza para poderle imitar en el mucho padecer.
Poned los ojos en el Crucificado, y haraseos todo poco. Si su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos, ¿Cómo queréis contentarle con solo palabras? ¿Sabéis que es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien -señalados con el hierro, que es la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad- los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como el lo fue, que no les hace ningún agravio ni pequeña merced.
Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo, nuestro Señor, fueron los de mayores trabajos. Miremos lo que paso su gloriosa madre y los gloriosos apóstoles.
Tomad aquella cruz, no se os de nada de que os atropellen, porque el no vaya con tanto trabajo; no hagáis caso de lo que os dijeren, tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis; mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos padecéis; por grandes que los queráis pintar y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos porque veréis son cosa de burla comparados con los del Señor.
Si nunca miramos ni consideramos lo que debemos y la muerte que paso por nosotros, no se como le podemos conocer ni hacer obras en su servicio. Porque la fe sin ellas y sin ir llegadas al valor de los merecimientos de Jesucristo, Bien nuestro, ¿Qué valor pueden tener, ni quien nos despertara a amar a este Señor?
RESPONSORIO Col, 1, 24; Ga 2, 19b-20 A
R. Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, *Sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Aleluya.
V. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. *Sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Aleluya.
OREMOS
Oh Dios, que sostuviste en el camino de la cruz a la Beata Teresa María Manetti, virgen, gracias a su ardiente amor a la Eucaristía, y la colmaste de ternura maternal para con los humildes y los pobres; concédenos, por su intercesión, que, fortalecidos con el pan de los ángeles, nos alegremos de participar en la pasión de Cristo, y colaboremos, con obras de caridad, en la venida de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.