VOCACIÓN

El misterio sugestivo  de la vocación
La vocación nace en lo más profundo del alma. Es Dios el que llama. Es la voz de Dios que se deja oír a lo largo de nuestra vida, en circunstancias bien diversas.

Todo tiene origen a través del coloquio entre Dios y la persona.  De nuestra parte hay muy poco: solo saber escuchar a Dios.
¿Dónde, realmente, está el fracaso?  En acallar esta voz. No escucharla. Olvidarla pronto.

La vocación es una obra totalmente de Dios. De nuestra parte queda la disponibilidad. Y he aquí nuestro pecado verdadero: no estar en actitud de disponibilidad.

 Nos creemos preparados porque no somos grandes pecadores. Nos consideramos buena gente porque pertenecemos  a familias cristianas y pensamos seguir siendo cristianos  en el futuro… pero, Dios puede cruzarse en nuestro camino y pedirnos algo especial. En lo más intimo y en el silencio podemos escuchar:
              <
                                tu casa, tus padres,
                                                tu porvenir…>>

Nos puede parecer que es demasiado. Que tal vez esa voz no es la de Dios. ¿Quién me lo garantiza? ¡Existen tantos sueños!

Hay voces que sentimos en nuestro interior que pueden ser definitivas, determinantes en nuestra vida. Los ideales surgen cuando ojeamos un libro, cunado damos un vistazo a una revista de misiones… Ideas que nos golpean de pronto.

Toda impresión que esta abierta a una realidad hay que tomarla en serio.  Si es posible, ¿Por qué no considerarla? El tomar conciencia del sacrificio que supondrá y las consecuencias que nos pueda traer no debe ser obstáculo serio. Se supone.

Habitualmente Dios no nos fuerza. No nos lleva de las orejas. Tampoco nos llama con voz de trueno. Nos sugiere las posibilidades. Nos deja entrever sus designios. Incluso nos permite llevar nosotros la iniciativa. Por eso toda intuición puede hacerse realidad, ese es el secreto: empeño en ver con claridad y estar dispuesto. Y no dejar pasar aquella oportunidad que puede ser la última o la única.  La auténtica llamada de Dios.

El destino de una vida se fragua a  veces en unos instantes.  Y así de sencillo, así de grandioso a la vez, puede ser comienzo de la más apasionante historia entre Dios y su criatura. Como la de  Samuel en la antigüedad, como la de Teresa, Teresita… Como puede ser la tuya.
      





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